Del 1 al 25 de septiembre de 2011Exposición "El amor que no cesa". Pinturas de Eva Ruiz, sobre Miguel Hernández

Dijo el poeta Eloy Sánchez Rosillo que la asombrosa luz de Murcia le quita hierro a todo. Es un fulgor transparente, en efecto, que mana desde el fondo de la tierra y envuelve con su calidez todo lo vivo. Imposible olvidar la luz de Murcia una vez que uno ha tenido la suerte de impregnarse de su belleza. Eva Ruiz traduce al lienzo esa sensación de sinestesia que supone la luz en las tierras del sureste. Porque el sol se huele, se oye, se palpa y se ve en los cuadros de esta pintora auténtica, directa, de mirada franca y pincel nítido. Eva sabe mirar, como los sabios, de cerca y de lejos. Observa el paisaje en su magnitud con la libertad de un pájaro que sobrevuela el infinito. Del mismo modo que es capaz de acercarse, prestar atención al gesto de una niña absorta flanqueada por dos galgos que la protegen, acaparando a su vez toda la anchura del mundo de derecha a izquierda, desde alfa hasta omega. Delicada y exquisita, corona una tímida buganvilla con el título de reina, centro de la creación a nuestros ojos. Tiene Eva Ruiz el poder de guiar nuestra mirada a través de la realidad y posar suavemente nuestros ojos con igual mimo sobre lo grande y sobre lo pequeño.

 Pasear a través de la obra de Eva es recrear nuestro entorno desde de la magia de la sencillez y la fiesta de la quietud. Su mirada enriquece el paisaje, los rostros, el declinar del tiempo. Y esa riqueza nos honra y nos obliga a reflexionar, a volar, a sentir la luz. Eva Ruiz, demiurgo del sureste, manos y ojos imprescindibles.

Raquel Lanseros